Una
de las críticas que se les hace a quienes estén gobernando, es que tienen la
oportunidad de manejar millones de dólares producto de las ventas de petróleo a
países todopoderosos como Estados Unidos. Para nadie es un secreto que la
riqueza petrolera es la que anima a muchos políticos a querer llegar al poder
para gerenciar cualquier ministerio donde se pueden manipular enormes
presupuestos.
Y
casi todos sabemos que desde que las empresas petroleras extranjeras llegaron
al país durante el gobierno del general Gómez, allá por 1908, le endulzaron la
vida al presidente y este a sus familiares y amigos, con lo cual los gringos
obtuvieron las mejores concesiones para explorar y explotar el crudo. Gracias a
esas concesiones se estableció la infraestructura necesaria para la naciente
industria de hidrocarburos. Desde entonces, la explotación petrolera fue un
gran negocio para los gringos y un enorme beneficio para los miles de
burócratas que pasaron por los sucesivos gobiernos que tuvo el país. Uno de los
períodos más famosos en que se cita el aprovechamiento masivo de los beneficios
del petróleo, fue el correspondiente a los 40 años en los cuales estuvieron en
el poder adecos y copeyanos. Para entonces la industria petrolera, manejada
totalmente por los estadounidenses, beneficiaba a una mafia política que se
apoderó de lo que pagaban Shell, Creole Petroleum Corporation, Mobil, Mene
Grande, Sinclair, y otras compañías menores.
En
1976 hubo una supuesta nacionalización, con lo cual estas compañías cambiaron
de nombre, y aparecieron Maraven, Lagoven, Corpoven, Meneven, CVP, etc., pero
igualmente controladas por las corporaciones extranjeras. A los burócratas de
esa época lo único que le interesaba era tener un buen puesto en cualquiera de tales
empresas, disfrutar de un sueldo ostentoso y una serie de beneficios a todo
tren, es decir vivir como reyes ellos y sus respectivas familias.
Si
bien en esa época los gobiernos aprovechaban parte de los ingresos petroleros
para generar obras y cumplir con la mayoría de los compromisos referentes a
salud, educación y otros compromisos gubernamentales, la mayor parte se iba por
vía secretas a engordar las cuentas de una mafia política que siempre estaba en
el poder, así fue como se hicieron ricos una serie de doctores y no tan
doctores que cuando no eran ministros eran cancilleres, senadores, diputados,
embajadores, etc., etc, y durante años aparecían en los periódicos una y otra
vez, siempre los mismos burócratas.
Los
ingresos petroleros no se empleaban para sacar a la gente de la pobreza ni para
que hubiera un mejor sistema de salud o educación. Hubo en cierta época un
excelente sistema de viviendas bajo un ente denominado Banco Obrero, pero sólo
para familias con recursos económicos, no para los damnificados, ni para los
desposeídos. En las urbanizaciones se vivía bien, pero existían miles de barrios
donde lo que imperaba era la más extrema pobreza. A muchos no les gusta que se
compare el pasado con el presente, pues adoran citar esa frase que indica que
“con los adecos se vivía mejor”.
Cualquiera
que estudie con suficiente paciencia la historia democrática de Venezuela
podría comprobar los cambios entre ayer y ahora. Por ejemplo, el único sistema
de alfabetización para los que no pudieron ir a la escuela, fue aquello que
llamaron Acude, una cajita que contenía un pequeño tocadiscos, varios discos, algunos
libros y lápices, un combo que no se consideraba parte de la educación gratuita
pues costaba 50 Bs (el salario básico eran 700 Bs.), y obviamente era un producto
comercial con el que muchos políticos hicieron negocios.
Bueno,
olvidemos por ahora el pasado y abramos los ojos, porque aun con los ingresos
petroleros muy por debajo de lo que debería ser, vemos como en los últimos
tiempos en Venezuela se consolidan proyectos que van en beneficio de la
población, principalmente el relacionado con las viviendas. Pero la guerra
ideológica malsana es tan bestial que han logrado convencer a mucha gente de
que los males que azotan al país son por culpa del gobierno actual, y ninguno
de estos convencidos se detiene a analizar, aunque sea por un momento, quiénes
son realmente los que frenan la distribución de alimentos, medicinas y
productos de todo tipo para que la población no los consigan con regularidad.
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