miércoles, 2 de noviembre de 2011

EL EMBARAZO EN EL TRABAJO

La trabajadora embarazada debe saber disfrutar lo mejor de su condición. No hay por qué ver el trabajo durante el embarazo como una súper odisea. Tampoco es fácil, pero pondrá a prueba sus habilidades de organización y disciplina para cumplir con sus labores y los cuidados de la gestación.

Debe tener en mente que al momento de plantear su condición a su jefe inmediato, no solo debe considerar sus necesidades, sino también las de la empresa. Si es una trabajadora especializada tienes mayores posibilidades de lograr un mejor acuerdo que cuando hay otras personas sin carga familiar que pueden hacer su mismo trabajo.

Los llantos, el insomnio obligado y la responsabilidad de continuar con los quehaceres cotidianos se perfilan como la cara menos amable de la maternidad. Esta tensión la padecen muchas trabajadoras incluso desde las primeras semanas de su embarazo porque sienten cómo su salud empeora por las particularidades de sus cometidos laborales. No obstante, hay que advertir que embarazo y trabajo no son, por regla general, incompatibles. La única limitación deberían ser los factores de riesgo físico o psicológico tanto para sí como para el futuro bebé, así como la desmedida presión laboral que aún padecen muchas madres o gestantes. Si no se toman medidas ante estas situaciones, la suma de los factores puede desencadenar cuadros patológicos difíciles de contrarrestar.

La Ley ampara a la mujer embarazada en el ámbito laboral y tanto médicos como psicólogos insisten en la bondad de compatibilizar el tiempo de gestación con el trabajo. Muchos son los estudios que constatan que continuar con la rutina laboral contribuye a mantener tanto la forma física como la psicológica, pues ayuda a enfrentarse mejor al embarazo y a no estar pendiente en exclusiva de él. Además de mantener durante este tiempo un aporte económico regular, el trabajo supone una oportunidad para que la mujer se mantenga activa.

Riesgos en el trabajo

El desempeño de tareas físicas, los largos periodos de pie, los horarios rotatorios o nocturnos, los elevados niveles de estrés o exposición a sustancias potencialmente tóxicas pueden constituir factores de riesgo notables ante los que es necesario reaccionar si se perciben molestias o peligros importantes. El médico confirmará o descartará la influencia de esos riesgos.

En las últimas doce semanas de embarazo se aconseja interrumpir la actividad profesional. A menudo, en el último trimestre el esfuerzo se hace insostenible, incluso para las que desempeñan su trabajo en puestos de esfuerzo físico reducido. Lo habitual es que no tengan la misma capacidad de soportar largas jornadas laborales, bien sea por el grado de fatiga física, bien sea por fatiga emocional.

Algunos riesgos son evidentes, pero muchos suelen pasar desapercibidos, por lo tanto conviene que la trabajadora se informe en función de su puesto de trabajo. He aquí los riesgos más importantes:

FÍSICOS: Vibraciones, ciertos movimientos, posturas y desplazamientos, el manejo manual de cargas, el ruido, las radiaciones ionizantes y las no ionizantes, el frío y el calor extremos, la fatiga mental y la fatiga física. Odontólogas y trabajadoras del sector industrial son los puestos que mejor ilustran este tipo de riesgos.

BIOLÓGICOS: Destaca el riesgo de infección por virus de la hepatitis B, citomegalovirus, rubéola, toxoplasmosis, herpes y sífilis. Las profesionales del sector sanitario y veterinario, o mujeres que se dedican al cuidado de niños están muy expuestas.

QUÍMICOS: Fármacos para el tratamiento del cáncer y sustancias como el arsénico, el benceno, carbarilo, mercurio orgánico, dietilestilbestrol, gases anestésicos, hidrocarburos clorados, monóxido de carbono, plaguicidas organofosforados, sulfóxido de dimetilo, así como diversos disolventes, barnices, pinturas, metales y otros tóxicos están recogidos en la bibliografía médica como sustancias de alto riesgo para la embarazada. En las ocupaciones agrícolas, profesiones sanitarias y artesanales es donde se acumula mayor riesgo.

AMBIENTALES: Afecta a quienes trabajan en horarios nocturnos o rotatorios. En estos casos, y siempre que sea posible, se trasladará a la embarazada al turno de día.

PSICOSOCIALES: Entre estos riesgos destaca el trabajar con mucho estrés laboral y durante largas horas o en soledad.

ERGONÓMICOS: Trabajar siempre de pie, siempre sentada o en posturas forzadas.

Consecuencias

El riesgo de aborto espontáneo, de parto pre término (antes del fin del tiempo de gestación), de neonatos con malformaciones (labio leporino, paladar hendido o defectos del tubo neural), bajo peso o, incluso, muerte fetal, son algunos de los peligros que pueden suponer no asumir ni actuar frente a los riesgos descritos. Asimismo, la deficiente protección de la mujer embarazada en el trabajo no sólo puede acarrear estas consecuencias inmediatas, sino que también comprende un impacto más allá del periodo perinatal.

¿A quién se puede consultar?

Cualquier embarazada que sospeche que su situación laboral es perjudicial para su salud o la del feto debe consultar a su médico, quien determinará si precisa una suspensión laboral temporal.

Consejos a seguir:

Evitar esfuerzos, movimientos repetitivos o bruscos y levantar pesos.

Si trabaja sentada, es necesario levantarse y caminar cada cierto tiempo para activar la circulación.

Si trabaja de pie, hay que sentarse de vez en cuando para disminuir el grado de fatiga y caminar para que no se carguen las piernas.

Beber agua y tomar suplementos nutritivos siempre que sea posible.

No saltarse comidas por trabajo.

Pedir ayudas ergonómicas, como un alzapiés, una silla, etc., que ayuden a sobrellevar mejor posturas estáticas y movimientos repetitivos.

Evitar horarios nocturnos y extensos, y las horas extras.

Delegar, siempre que sea posible, las tareas estresantes.

Informar a la empresa acerca de la necesidad de mantener los controles ginecológicos.

Concederse tiempo para hacer estiramientos, ejercicios de relajación y de respiración.

No hay comentarios:

Publicar un comentario