¿Sabía usted que, con frecuencia, en las
carreteras del país mueren uno o dos conductores de gandola? Esta es la trágica
estadística que vemos en los diarios. Generalmente se atribuyen las causas a
excesos de velocidad, posible impericia del conductor o mal estado de las vías.
Sin embargo en muchos casos subyace una causa contundente como lo es el exceso
de trabajo, producto de las rígidas exigencias de los dueños de las compañías
transportistas. El problema es más viejo de lo que se supone, pues las historias
trágicas de gandoleros que pierden la vida o quedan discapacitados se repiten
cada año.
A juicio de los choferes Jorge Iturbide y Ramón
Ruíz, los conductores de vehículos de carga pesada que atraviesan el país están
agobiados por el estrés laboral al que son sometidos por las empresas para
quienes laboran. Mientras tanto, el Ministerio del Trabajo hace poco al
respecto.
“Este sector atraviesa un grave problema desde
hace muchos años, y hemos agotado todas las instancias para que nuestros
problemas sean resueltos y evitar llegar al conflicto que paralizaría la
distribución de insumos y materiales en todo el país”, confiesan impotentes.
¿Lo último? Descubrieron una red de corrupción en
la Inspectoría del Trabajo en Puerto Ordaz. “Funcionarios que realizan inspecciones
en las empresas que nos contratan se prestan para falsear la información que
suministramos y hasta nos delatan por denunciar las pésimas condiciones en las
que trabajamos”.
Al parecer, recientemente solicitaron ante la
dependencia del Min-Trabajo en Bolívar la supervisión de todas las empresas
contratistas de transporte de carga pesada. “Pero nos encontramos con que estos
inspectores llenan a conveniencia los formularios, dejando desasistido a los
choferes de gandolas, quienes somos explotados”.
Iturbide y Ruiz afirman que los conductores de
transporte pesado de todo el país trabajan en condiciones infrahumanas,
específicamente en el tiempo que dedican y las condiciones de los lugares donde
pernoctan o realizan paradas para asearse, comer y recargar.
En la actualidad hay 32 mil gandoleros en
Venezuela. Bolívar cuenta con 5.500, 95% de los cuales son asalariados. “Sólo
5% es propietario de vehículos. Por ello, insistimos en el llamado a considerar
que somos trabajadores como todos, y merecemos un trato digno y respetuoso,
además de estar amparados en las leyes del Trabajo y Prevención, Condiciones y
Medio Ambiente de Trabajo (LOT y Lopcymat)”.
Recuerdan que después del accidente de la gandola
con gas cloro en Clarines, hace varios años, la ministra María Cristina
Iglesias ordenó instalar mesas de trabajo en todo el país para desarrollar las
normas que protegieran a estos trabajadores y así contribuir en la seguridad en
las carreteras.
“El trabajo extremo, conducir por 12 horas o más,
es peligroso para todos, no sólo para los gandoleros”, agregan. “Pero no ha
habido voluntad política para que estos se corrija, que gocemos de nuestros
derechos como lo dice la Constitución en su artículo 90, sobre las 44 horas de
trabajo semanales”.
Reiteraron que han evitado a toda costa el
conflicto, pues de paralizarse el transporte a través de gandolas, el país
colapsaría. “Hacemos un llamado a la coordinadora del ministerio en Bolívar, la
señora Espín, y al señor Tancredo, de Impsasel, para que acaben con la corrupción
de funcionarios que se prestan para que las empresas que nos contratan sigan
explotándonos”.
En Guayana
Sidor tiene a su disposición 1.800 gandoleros que
carecen de contrato colectivo, y es la empresa que mayor demanda tiene de
transporte, a escala nacional. “Ahí se carga las 24 horas del día”, detallan.
Por esto solicitan se reestablezca el patio del
plan IV de Sidor donde otrora disfrutaban de un lugar cómodo y ajustado a las
condiciones de trabajo que desempeñan.
“Ahí teníamos comedor, lugares para dormir el
tiempo necesario y recobrar fuerzas; sitios limpios. En fin, teníamos atención
las 24 horas del día”. Cuentan que desde hace mucho tiempo, los gandoleros que
vienen al estado Bolívar deben comer en lugares llenos de basura, dormir a la
intemperie, sin seguridad, sin tener donde asearse.
“Solicitamos que, definitivamente, dejemos de ser
tercerizados en este sector y que nuestros derechos sean respaldados por las
leyes”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario