jueves, 17 de febrero de 2011

LA ADICCIÓN AL TRABAJO

Todos sabemos que trabajar es necesario por múltiples razones que tienen que ver con el crecimiento personal, el cumplimiento de metas sociales y también con una necesidad económica. Sin embargo, muchas veces el exceso de trabajo implica un daño para la salud.

La tendencia a trabajar en exceso, por encima de los propios límites y necesidades personales, por mera dependencia psicológica al trabajo, ha sido llamada “adicción”, y es un tipo de intento de suicidio particularmente silencioso. OJO: No toda persona que trabaje mucho es un adicto.
Desde hace unos años, términos como estrés, ataques de pánico y fobias dejaron de ser desconocidas para pasar a formar parte del vocabulario popular y de muchos diagnósticos médicos. La presión laboral tiene aspectos positivos y negativos porque en ocasiones la gente necesita estar estresada en su trabajo para poder funcionar. Esto es bueno en la medida en que la persona pueda controlar el nivel de estrés.
El ritmo frenético que nos imprimen nuestras múltiples ocupaciones y la necesidad de enfrentar presiones de todo tipo no es lo más saludable.
Trabajar en exceso aumenta el riesgo de lesiones y enfermedades. Además, se llegó a la conclusión de que trabajar doce horas diarias incrementa la posibilidad de padecer enfermedades en un 37%. Es debido al estrés y a la presión constante, más de la mitad de las lesiones y las enfermedades ocurren durante el período de trabajo conocido como “horas extras”.
Actualmente, cada vez se registran más casos de lesiones y enfermedades provocadas por largas jornadas de trabajo. Para conocer más acerca de este problema hay especialistas en Medicina del Trabajo que estudian y tratan estos trastornos. La presión y estrés bajan las defensas, lo que posibilita la aparición de cuadros gripales e infecciones, entre otros.

Trabajadores en riesgo
La pueden sufrir indistintamente los grandes ejecutivos, gobernantes y funcionarios, como los empleados de menor rango; los emprendedores y los trabajadores independientes. Las señales de una persona adicta al trabajo son las siguientes, entre otras:
El no cumplir con las horas establecidas para el trabajo, ya que suelen pasarse mucho más en su horario.
Tener escaso o nada de tiempo libre para descansar y cuando se tiene, la persona se siente incómoda.
El hacer del hogar la extensión de la empresa, llevando trabajo a casa.
El no tener motivos de conversación que no sean asuntos de trabajo.
El vivir con constante tensión, temor y angustia por el trabajo.
El llenar los tiempos libres con otro tipo de actividades, que no son relajantes o recreativas.
El presionar a los subordinados o compañeros constantemente.
El acudir al trabajo a pesar de estar enfermo o tener alguna urgencia personal.
El no tomar vacaciones o días festivos a los que se tienen derecho.
El acostarse pensando en lo pendiente del día siguiente o despertarse durante la noche, con la inquietud de alguno de ellos, que obviamente en ese momento no se va a poder solucionar. El abandono familiar y el no darse tiempo para de repente abandonar el trabajo por algún compromiso personal.
Resumiendo, la persona deja de encontrarse con los amigos, abandona otros ámbitos de pertenencia y se resiente la relación con la familia, porque no está nunca. Esto puede evolucionar hacia una adicción.

Condiciones laborales
Es fundamental que los horarios sean fijos para que la persona se acostumbre.
Aunque se trabaje de noche, situación que produce mayor desgaste, lo ideal es que el horario sea siempre el mismo porque de lo contrario, el ritmo y el funcionamiento del cuerpo se alteran constantemente.
Más allá de los diferentes trabajos que se realicen, trabajar horas extras o dobles turnos expone a los trabajadores a un mayor riesgo de lesión y enfermedad.
Las personas que trabajan horas extras son 60 por ciento más propensas a sufrir una enfermedad o lesión relacionada con el trabajo que las que cumplen con una jornada laboral regular.
Trabajar al menos doce horas al día está asociado con un aumento del 37 por ciento en el riesgo de padecer una enfermedad o sufrir una lesión; mientras que trabajar más de sesenta horas a la semana incrementa el riesgo en un 23 por ciento.
Estas cifras respaldan los hallazgos de estudios que habían demostrado que la fatiga y el estrés provocados por las largas jornadas laborables pueden representar un factor de riesgo de accidentes en el lugar de trabajo.
El riesgo de jornadas laborales excesivas no está relacionado con el tipo de trabajo que se lleve a cabo, ni con el hecho de que el exceso de horas expone a los empleados a un riesgo mayor. Por el contrario, sí existe una relación con el grado de estrés y la presión que sufren aquellas personas que pasan la mayor parte del día en una oficina sometidos a la exigencia constante.

Recomendaciones

No se preocupe por cosas que no puede controlar.
Prepárese lo mejor posible para situaciones que pueden ser estresantes.
Intente ver los cambios como un desafío positivo, no como amenazas.
Dedíquese a resolver conflictos con otras personas.
Pida ayuda a sus amigos, familia o profesionales.
Establezca metas realistas en su hogar y su trabajo.
Haga actividad física con regularidad, que ayudan a focalizar la mente, calmar las ansiedades y liberar tensión física. Aléjese del estrés diario participando en grupos deportivos, eventos sociales y hobbies. Practique meditación y relajación.
Aliméntese en forma balanceada y duerma bien (8 horas diarias). Privarse del sueño entre los 30 y los 60 años por trabajar en exceso, por turnos rotatorios o por pasar muchas horas frente al televisor o al monitor de la computadora, entre otras actividades, puede significar un alto costo para el organismo: aumenta el riesgo de sufrir hipertensión arterial.
No se automedique.
Si no lo puede manejar, muchas veces es necesario asistir a la consulta psicológica.

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